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  • Foto del escritorHomero Bagnulo

¿Cuándo podremos reencontrarnos y abrazarnos?

Actualizado: 12 feb 2021

Homero Bagnulo y Carlos Vivas

 


Partamos de la base que para la vasta mayoría de los seres humanos no hay substituto posible para el contacto persona a persona. Sentimos claramente la necesidad de la interconexión humana y que los contactos virtuales si bien pueden ser de gran ayuda, no remplazan lo que se trasmite mediante el contacto físico de un abrazo o una caricia. Y a medida que el aislamiento se prolonga la interacción virtual se va agotando y la proximidad física se torna cada día más impostergable. En estos días personas amigas no han solicitado opinión sobre lo que nos puede deparar el futuro de esta pandemia en relación a la pregunta del título. Intentaremos una aproximación en base a algunas lecturas, reconociendo que la posibilidad de equivocarnos es muy elevada.

Hay fundamentalmente 3 opciones a considerar. Iremos de lo menos probable a lo que imaginamos como una más cercana solución:

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1. Que las poblaciones vayan desarrollando una protección de rebaño, esto es que un porcentaje elevado de la población desarrolle anticuerpos neutralizantes frente al virus. Esto implica que entre un 60 y un 70% de las personas hayan tenido un contacto con el virus, ya sea por desarrollar la enfermedad o porque en forma asintomática y luego del contacto con alguien que portaba el virus llegaron a desarrollar dichos anticuerpos. Esta solución a nuestra pregunta nos resulta muy lejana ya que en ciudades donde se han presentado en número elevado de casos la presencia de anticuerpos no ha sobrepasado un 11% (Madrid, Nueva York). Una nueva ola posiblemente produzca un menor número de contactos, por lo que para llegar a los porcentajes ya citados llevaría muchos años, no menos de cinco. Y tampoco sabemos si la inmunidad que se desarrolle (parece que sí, fundamentalmente por algunas experiencias en simios y los antecedentes del SARS 1 y del MERS) tendrá una duración de más de esos 5 años. De no suceder esta expectativa, cuando los últimos desarrollen inmunidad los primeros en enfermar ya la habrían perdido y serían nuevamente susceptibles.

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2. Que se desarrollen una, o posiblemente varias vacunas. Parece que la amplia mayoría de las investigaciones han apostado en esa dirección. Consideramos que no es recomendable ser tan optimista, menos aún luego de leer la muy bien fundada opinión de Asher Mullard en The Lancet del 6 de junio. Nos recuerda ese autor que el desarrollo de vacunas es un proceso lento que en años recientes ha llevado en promedio 10 años. Y que para varias afecciones no ha sido posible aun tener éxito, como en el caso del VIH. Hoy ya habría unas 10 vacunas en desarrollo avanzado provenientes de EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia y China y otros 100 proyectos más que vienen bastante por detrás de las mencionadas. Finalizar los estudios de las mismas difícilmente suceda antes de fin de año. Destacamos que todavía no se conoce la duración de la inmunidad que se desarrollaría con las distintas vacunas y si será suficiente con una dosis o requerirá de un mayor número de dosis; qué efectos adversos ocasionarían y con qué frecuencia podrían presentarse. Recordemos además que en la medida que el COVID disminuya en los países del hemisferio norte la recolección de pacientes para los estudios se tornará más dificultosa .Además, una vez probada la utilidad de las vacunas en desarrollo (seguramente varias quedarán por el camino, Mullard, en dicho editorial, sostiene que solo el 6% alcanzarán el éxito) será necesaria su producción en ingentes cantidades y en un periodo lo más breve posible para luego distribuirla oportunamente. Allí podría surgir un nuevo problema si se requiere cadena de frio para dicha distribución. Además hay autores que ya están advirtiendo la dificultad en obtener suficientes viales de vidrio dados los escasos proveedores de envases para utilización en adecuadas condiciones. Por tanto somos bastante escépticos en que se cumpla el vaticinio de 12 a 18 meses para arribar a esta solución.

3. Tal vez una solución que seguramente atrae menos titulares pero que tal vez sea a más corto tiempo es el desarrollo de test para auto administrarse, in situ, por la misma persona o un familiar cercano en caso de niños, ancianos con dificultades cognitivas. Ya se han publicado investigaciones que muestran la fiabilidad de los hisopados realizados por uno mismo .Los mismos necesariamente deben demostrar previamente una elevada confiabilidad. Se realizarían un par de días antes de la reunión familiar, de un viaje, de otro tipo de encuentros, cuando se requieran para autorizaciones de actividades a definir. Todos aquellos que participen de dichas reuniones debieran realizárselos y se deberían repetir al cabo de un periodo a determinar. Esta solución estaría en marcha por parte de algunos proveedores de insumos sin mucha visibilidad, esperándose una fuerte competencia .Falta conocer si serán capaces de producir las cantidades necesarias y el costo que alcanzarían, que siempre es elevado cuando la disponibilidad es insuficiente.

En el día de hoy, martes 30 de junio, la prensa finlandesa publicó que la compañía nacional de dicho país de innovación está desarrollando un test con aire espirado que en unos pocos minutos permitiría el diagnóstico certero de coronavirus. Se anuncia que su costo sería de unos 2 euros. Esta iniciativa apoyada la perspectiva planteada por los autores de esta columna.

Hay otra posible solución, pero que al día de hoy meramente especulativa. Investigadores italianos y el Prof. Emilio Bouza del Hospital Gregorio Marañón de Madrid (en una conferencia vía Zoom) han destacado que los pacientes que se asistieron al final de la epidemia fueron de menor gravedad que al inicio de la misma. De comprobarse esto, podríamos estar ante una menor gravedad de la afección por causas que al día de hoy escapan de nuestro conocimiento. Esto también ha sido visto en algunas epidemias por distintos agentes a lo largo de la historia. Pero una situación de este tipo podría también contribuir en gran medida a permitirnos volver a abrazar a nuestros prójimos. Pero por ahora, debemos esperar lo mejor, pero estar preparados para soportar el aislamiento.

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